Éxito, actitud y acción: cómo acercarte a tus metas
Hay personas que parecen lograr lo que se proponen con más facilidad que otras. A veces esto nos hace dividir el mundo en dos bandos: los fracasados y los exitosos. Pero lo cierto es que todos podemos alcanzar el éxito en nuestros objetivos y propósitos.
La clave está en dos factores que deben ir siempre de la mano: actitud y acción. Tener ganas y hacerlo, motivación y movimiento. Ninguna de estas palabras funciona sin su compañera. Ambas son indispensables si queremos lograr nuestras metas, sueños o cualquier cosa que deseemos con convicción.
Conozco personas exitosas a las que admiro profundamente. ¿Qué tienen en común? Una actitud increíble hacia el trabajo duro, una determinación inquebrantable para conseguir lo que quieren. Son líderes natos con mentes brillantes. Tienen un talento desbordante, pero también una ética de trabajo implacable y una sed insaciable de conocimiento. No existen las horas del reloj cuando se trata de invertirlas en sus sueños. Lo hacen con pasión. Son arquitectos de su vida, aunque desde fuera sólo veamos los destellos de su éxito, a veces juzgados o envidiados injustamente.
A menudo no vivimos la vida que deseamos porque no tenemos claro qué queremos, ni hacia dónde queremos ir. Dejamos que la rutina y el entorno decidan por nosotros, y eso nos aleja inevitablemente de nuestra felicidad y nuestro éxito. ¿Qué quieres hacer? ¿Qué quieres conseguir? ¿Y cuánto estás dispuesto a dar por ello? Estas son las preguntas clave que debes hacerte.
Todo el mundo tiene metas, pero también excusas. La mente es el recurso más valioso que tienes: si desde ella partes con la actitud correcta y sin excusas, ya tienes la mitad del camino recorrido. Tener mentalidad de logro es fundamental.
El miedo siempre estará ahí, es natural. Pero no debe frenarte, sino impulsarte. Debería darte más miedo no alcanzar tus sueños, porque cuando no se cumplen, se sufre.
Si no te pones límites ni excusas, no dejes que otros lo hagan por ti. Que nadie te diga que vas por el camino incorrecto. Si tienes que equivocarte, hazlo tú, pero no te quedes sin intentarlo. Diseña tu vida con tus propias decisiones, no dejes que otros lo hagan por ti.
Habrá personas que no estén de acuerdo con tus aspiraciones, pero recuerda que el camino es tuyo: tus pasos, tus elecciones, tu vida. No permitas que te frenen, ni siquiera tú mismo.
Muchos fallan no por falta de deseo, sino por falta de compromiso real. No dedican el tiempo necesario a investigar cómo lograr lo que quieren, qué necesitan, qué puede ayudarles. Simplemente piensan en el objetivo, pero no se preguntan qué están dejando de hacer que otros sí hacen. Einstein decía que para que una gran idea tenga éxito hacen falta un 99% de acción y un 1% de talento.
Hay que trabajar a diario en tu meta, construir hábitos que generen una nueva realidad. Tienes que dar más de ti. Siempre se puede hacer más, pero eso nos saca de la zona de confort y duele. No es que el universo esté en contra tuya, es que el camino no está bien trazado o tu esfuerzo no es el adecuado.
Cada día es una oportunidad para actuar en consecuencia con lo que deseas. La perseverancia es una de mis palabras favoritas: es clave, sobre todo cuando la meta es grande y compleja. La motivación fluctúa, no se mantiene constante, así que la constancia y el esfuerzo prolongado en el tiempo son esenciales.
Si haces de la perseverancia una virtud, seguirás luchando incluso cuando todo se complique. No abandonarás. Por ejemplo, alguien con poco tiempo de entrenamiento puede tener la motivación y saber lo que quiere —un físico fuerte, musculado— pero si no añade disciplina, esfuerzo diario y paciencia, nunca llegará. Las grandes cosas requieren tiempo y compromiso. Nada se logra en tres días.
Por otro lado, también hay quien confunde persistencia con eficacia. Hacer, sí; pero ¿es eso lo que te acerca a tu meta? Un amigo mío entrenaba con una intensidad brutal todos los días, pero sin estructura ni sentido. Su persistencia era admirable, pero su estrategia ineficaz. Al final llegaron las lesiones. Se rompió porque su camino no tenía dirección, no estaba diseñado con cabeza. Era lo que yo llamo: “lo hago, pero rezo”. Como quien pone ladrillos cada día para construir un muro, pero no los coloca bien. El resultado: el muro no se sostiene.
No se trata solo de actuar, sino de hacerlo con criterio, de que cada paso sea efectivo y te acerque a tu objetivo real. Deja a un lado la negatividad. Céntrate en lo que quieres, en por qué lo deseas, y deja de compararte pensando que para los demás es más fácil. No ves el trabajo que hay detrás de cada logro ajeno.
Mientras tú estás descansando, hay alguien trabajando por lo mismo que tú quieres. Si realmente lo deseas, ve a por ello. Hazlo.
Y no olvides admirar a quienes ya han llegado, a quienes siguen creciendo. Aprende de ellos. Su éxito puede inspirarte, mostrarte caminos y enseñarte que, si ellos han podido, tú también puedes.
Este contenido es propiedad intelectual de BodyWellFit. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa.
