Acné, SOP y deporte, qué relación guardan?. El acné es una de las manifestaciones más visibles y a menudo más angustiantes del síndrome de ovario poliquístico (SOP). Lejos de ser un problema exclusivamente dermatológico, su origen se encuentra en desequilibrios hormonales, resistencia a la insulina y disfunciones metabólicas que afectan mucho más que a la piel. En este contexto, el deporte puede convertirse en una herramienta terapéutica poderosa… si se gestiona correctamente.
¿Por qué aparece acné en el SOP?
En el SOP, el acné se origina por una combinación de factores:
- Hiperandrogenismo: el exceso de andrógenos (testosterona libre, DHEA-S) estimula las glándulas sebáceas y favorece la queratinización folicular.
- Resistencia a la insulina: al aumentar la insulina circulante, se estimula aún más la producción ovárica de andrógenos y se reduce la SHBG, amplificando el efecto androgénico sobre la piel.
- Inflamación sistémica crónica: eleva mediadores proinflamatorios implicados en la formación de lesiones inflamatorias persistentes.
Este entorno favorece la proliferación de Cutibacterium acnes, la inflamación dérmica y la aparición de lesiones resistentes, especialmente en áreas hormonodependientes como son la mandíbula, el cuello, la espalda o pecho.
Influencia del ciclo menstrual en el acné
Aunque muchas mujeres con SOP presentan ciclos irregulares o anovulatorios, aquellas con ovulación funcional suelen experimentar un aumento del acné en fase lútea:
- La progesterona también estimula la producción de sebo.
- Se incrementa la inflamación tisular.
- El estradiol desciende, disminuyendo su efecto antiinflamatorio y seborregulador.
En mujeres con anovulación, el acné puede ser más persistente y menos cíclico. Determinar si hay ovulación real (no solo menstruación) puede aportar información clave para correlacionar brotes y ajustar estrategias.
El deporte como herramienta de regulación hormonal
El ejercicio físico, en especial el entrenamiento de fuerza, mejora múltiples aspectos fisiopatológicos del SOP:
- Aumenta la sensibilidad a la insulina y mejora el control glucémico.
- Eleva la SHBG y reduce la testosterona libre.
- Disminuye el tejido adiposo visceral, con importante actividad endocrina pro-androgénica.
- Modula el eje HHA, reduciendo el cortisol basal y favoreciendo la homeostasis hormonal.
- Reduce la inflamación sistémica, tanto directa como indirectamente.
Estudios actuales confirman que programas de entrenamiento combinado (fuerza + HIIT o LISS) durante 12 semanas pueden reducir significativamente el acné clínico en mujeres con SOP, correlacionado con mejoras en insulina, leptina, SHBG y marcadores inflamatorios.
¿Por qué a veces empeora con el ejercicio?
Aunque el deporte tiene un efecto regulador general, puede desencadenar o agravar brotes si no se cuidan ciertas variables:
- Sudor retenido y ropa ajustada que ocluyen los poros.
- Cosmética inadecuada o maquillaje durante el entrenamiento.
- Entrenar al sol sin protección solar, lo que daña la barrera cutánea, altera el microbioma y favorece la hiperpigmentación postinflamatoria.
- Secarse con toallas rugosas o reutilizadas, que erosionan la piel y pueden diseminar bacterias.
- Fricción de accesorios tipo gorras, cintas, mochilas, que irritan zonas concretas.
- Limpiezas demasiado agresivas postentreno que destruyen la capa lipídica protectora.
- Déficit energético o ayunos mal gestionados, que aumentan el cortisol, reducen SHBG y alteran el entorno hormonal.
- Falta de hidratación sistémica y tópica, que altera la secreción sebácea y la función barrera.
- Privación de sueño y mala recuperación, que impiden la regeneración dérmica nocturna.
- Sobreentrenamiento y estrés crónico, activando el eje HHA e intensificando la inflamación sistémica.
Acné corporal: no es igual que el facial
En el SOP, muchas mujeres presentan lesiones en la espalda, el pecho o los glúteos, zonas donde:
- La fricción con tejidos sintéticos, mochilas o bancos de entrenamiento es mayor.
- El sudor permanece más tiempo sin retirarse.
- Hay menos oxigenación dérmica y regeneración.
Abordajes eficaces para estas áreas incluyen:
- Limpieza con peróxido de benzoilo en gel de ducha.
- Exfoliación química corporal con AHA (ácido glicólico o láctico).
- IPL o fototerapia corporal en acné inflamatorio resistente.
El papel del estrés, el eje HHA y el cortisol
El acné no es solo hormonal y metabólico. El sistema neuroendocrino también influye directamente. El estrés crónico activa el eje hipotálamo–hipófisis–adrenal (HHA), elevando el cortisol y produciendo mayor secreción de sebo, inflamación periférica, alteración del microbioma cutáneo y disminución de la SHBG.
Esta disfunción es frecuente en mujeres con SOP y se agrava con restricción calórica, entrenamientos mal programados o falta de descanso.
Tratamientos clínicos eficaces
Aunque la mejora hormonal y metabólica es fundamental, en muchos casos se necesita apoyo dermatológico con:
- Retinoides tópicos como tretinoína que regulan la queratinización y antiinflamación de la piel. Exigen introducción progresiva y fotoprotección estricta.
- Isotretinoína oral como Inhibidor de la glándula sebácea con efecto duradero. Muy útil en acné noduloquístico o resistente al tratamiento, pero requiere control médico, analíticas periódicas y planificación anticonceptiva.
- Luz pulsada intensa (IPL). Disminuye C. acnes y la inflamación local. mejora la vascularización y la pigmentación postinflamatoria. Apta tanto para lesiones activas como secuelas.
- Suplementación coadyuvante como myo-inositol que mejora la sensibilidad a la insulina y puede reducir andrógenos, omega 3 con acción antiinflamatoria y seborreguladora, zinc con efecto antimicrobiano y reparador cutáneo y vitamina D que modula la respuesta inmunitaria.
- Tratamiento hormonal.
Rutina tópica efectiva: lo que sí y lo que no
Muchas mujeres con SOP cometen errores cosméticos que empeoran el cuadro.
Se deben evitar mascarillas de arcilla semanales o productos abrasivos, agua micelar sin aclarado, alcoholes secantes o exfoliantes mecánicos. además de cambios constantes de cosméticos sin fases de adaptación.
Se debe hacer limpieza suave y eficaz con sulfatos suaves o tensioactivos no iónicos, hidratación con niacinamida, ácido hialurónico y ceramidas, fotoprotección mineral diaria, e introducción progresiva de retinoides o AHA si hay tolerancia.
Impacto psicológico: más allá de la piel
El acné en SOP tiene consecuencias emocionales reales:
- Baja autoestima e inseguridad.
- Retraimiento social o sexual.
- Abandono del entrenamiento por vergüenza o incomodidad.
La falta de adherencia al ejercicio o a los tratamientos suele tener una raíz psicológica más profunda, por lo que el abordaje multidisciplinar (nutrición, entrenamiento, psicología y dermatología) es clave para una intervención completa.
El microbioma dérmico
Un estudio reciente (Martínez-Sanz et al., 2025) ha identificado alteraciones significativas del microbioma facial en mujeres con SOP y acné:
- Menor diversidad bacteriana.
- Aumento de cepas proinflamatorias (C. acnes tipo IA1).
- Reducción de cepas protectoras como S. epidermidis.
Esto abre nuevas estrategias con el uso de postbióticos tópicos para reequilibrar el ecosistema dérmico, probióticos orales antiinflamatorios (por ejemplo, Lactobacillus rhamnosus GG) o cosmética diseñada para nutrir y preservar el microbioma, no solo para eliminar sebo.
Conclusión
El acné en el SOP no es solo una cuestión de piel. Es el reflejo visible de un entorno hormonal, metabólico, inflamatorio y neuroendocrino alterado. El ejercicio físico bien planificado, una rutina cutánea adecuada, un abordaje nutricional y, en algunos casos, la intervención médica, son pilares imprescindibles para resolverlo de raíz. Porque cuando se trata de salud femenina, la piel es solo el comienzo.
Referencias:
- Moran, L. J., et al. (2023). Effects of exercise on acne and hormonal profiles in women with PCOS: a randomized controlled trial. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism.
- Palomba, S., et al. (2022). Exercise in the treatment of polycystic ovary syndrome: a systematic review and meta-analysis. Human Reproduction Update, 28(1), 1–19.
- Teede, H. J., et al. (2023). International evidence-based guideline for the assessment and management of polycystic ovary syndrome. Monash University, Endocrine Society.
- Spritzer, P. M., et al. (2023). Polycystic ovary syndrome: pathophysiology, diagnosis, and management. Endocrine Reviews, 44(1), 37–75.
- Martínez-Sanz, J. M., et al. (2025). Dysbiosis of facial microbiota in women with PCOS-related acne: A new therapeutic target. Dermato-Endocrinology, 17(2), 100287.
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