Durante el embarazo, las necesidades nutricionales de la mujer aumentan de forma progresiva para sostener los numerosos cambios fisiológicos y metabólicos que se producen en su organismo, el desarrollo del feto y la futura etapa de lactancia. La salud materna, incluso desde el momento previo a la concepción, tiene un impacto directo en el bienestar fetal, en el desarrollo intrauterino y en la salud futura del recién nacido, en un fenómeno conocido como programación fetal o programación del desarrollo.
Cambios fisiológicos y hormonales durante el embarazo
A lo largo de la gestación se producen adaptaciones en prácticamente todos los sistemas del organismo:
- Sistema genital y endocrino: la placenta se convierte en el principal órgano endocrino, especialmente en el segundo y tercer trimestre, asumiendo funciones clave en la producción de estrógenos, progesterona, hCG y lactógeno placentario humano (hPL), entre otras hormonas.
- Sistema cardiovascular: aumenta el volumen plasmático (30–50 %), el gasto cardíaco (hasta un 50 % en el segundo trimestre), y disminuye la resistencia vascular sistémica.
- Sistema respiratorio: se eleva la ventilación minuto debido al aumento del volumen corriente, no por frecuencia respiratoria.
- Sistema digestivo: disminuye la motilidad gastrointestinal, favoreciendo el estreñimiento y el reflujo; y mejora la absorción de minerales como calcio y hierro.
- Sistema renal: la tasa de filtrado glomerular aumenta hasta en un 50 %, lo que afecta el metabolismo y excreción de ciertos micronutrientes.
Cambios en la composición corporal y metabolismo
La gestación no es un estado estático: el metabolismo cambia en función de la etapa del embarazo.
- Primera mitad (fase anabólica): predomina el almacenamiento de energía. Aumenta la lipogénesis y se inhibe la lipólisis, con una mayor sensibilidad a la insulina. Se favorece la síntesis de tejido materno y placentario, así como el depósito de grasa subcutánea.
- Segunda mitad (fase catabólica): se incrementa la resistencia a la insulina de forma fisiológica. Esto favorece la lipólisis y el uso de ácidos grasos por parte de la madre, reservando la glucosa para el feto, que depende casi exclusivamente de ella.
El coste energético total del embarazo se estima en unas 85.000 kcal, distribuidas entre el aumento del metabolismo basal, la síntesis de nuevos tejidos y la digestión. Esto se traduce en un promedio de 300 kcal adicionales al día, aunque este aumento no es lineal y depende del trimestre y del peso previo de la mujer. La tasa metabólica basal no aumenta significativamente hasta el tercer trimestre.
Consecuencias de una malnutrición materna
Tanto la infraalimentación como la sobrealimentación pueden tener consecuencias adversas:
- La desnutrición materna se asocia con retraso del crecimiento intrauterino (RCIU), bajo peso al nacer, mayor riesgo de parto prematuro y desarrollo de enfermedades metabólicas en la vida adulta del bebé (hipótesis de Barker).
- La sobrealimentación o el exceso de ganancia ponderal pueden incrementar el riesgo de preeclampsia, diabetes gestacional, macrosomía fetal, parto por cesárea y complicaciones neonatales. Además, se ha vinculado a mayor riesgo de enfermedades crónicas futuras como diabetes tipo 2, hipertensión o síndrome metabólico en el recién nacido.
Incluso el estado nutricional previo a la concepción puede afectar negativamente la salud de la descendencia.
Requerimientos nutricionales por trimestre
- Primer trimestre: no se requieren aumentos calóricos, pero sí asegurar una adecuada ingesta de micronutrientes esenciales (folato, yodo, vitamina B6, hierro).
- Segundo trimestre: se recomienda un aumento de ~340 kcal/día. Cobra importancia el aporte de hierro, zinc, yodo, folato, vitamina B6, ácidos grasos omega 3 (EPA y DHA), y una adecuada cantidad de proteína y fibra.
- Tercer trimestre: el incremento calórico puede alcanzar las 450 kcal/día. Continúa la necesidad de un buen aporte de hierro y calcio, aunque este último mejora su absorción gracias a la acción hormonal durante el embarazo.
Grasas y carbohidratos
- No es necesario aumentar la ingesta total de grasas, pero sí asegurar un aporte suficiente de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (DHA, EPA, ALA), fundamentales para el desarrollo neurológico y visual del feto.
- Se recomienda priorizar carbohidratos complejos con bajo índice glucémico y alto contenido en fibra, que ayudan a mejorar la sensibilidad a la insulina y a reducir el riesgo de diabetes gestacional.
- En estados de ayuno prolongado, especialmente en el tercer trimestre, el feto puede obtener energía de cuerpos cetónicos, lo que subraya la importancia de evitar periodos de ayuno prolongados o dietas cetogénicas restrictivas durante la gestación.
Papel de la microbiota
El embarazo se asocia a un cambio fisiológico en la microbiota intestinal. La composición se vuelve más inflamatoria y obesogénica hacia el tercer trimestre (con aumento de Firmicutes y reducción de Bacteroidetes), pero este cambio es considerado adaptativo. No obstante, una microbiota alterada o disbiótica puede predisponer a complicaciones como obesidad gestacional, preeclampsia o diabetes gestacional. El uso de probióticos específicos (Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium spp.) podría tener un papel beneficioso, aunque todavía faltan ensayos clínicos sólidos que lo respalden de forma concluyente.
Alimentos y sustancias a evitar durante el embarazo
- Carnes crudas o poco cocinadas: riesgo de toxoplasmosis. Congelación previa a -18 ºC durante al menos 3 días si no van a cocinarse.
- Pescados crudos: riesgo de anisakiasis. Deben congelarse al menos 2 días.
- Pescados grandes (pez espada, atún rojo, tiburón): riesgo de bioacumulación de mercurio y metales pesados.
- Vísceras y derivados del hígado (p. ej. patés): riesgo por exceso de vitamina A preformada.
- Vegetales crudos mal lavados: riesgo de infección por Listeria o Salmonella.
- Embutidos y lácteos no pasteurizados: riesgo de listeriosis, que puede provocar aborto, parto prematuro o infección neonatal.
- Cafeína: se recomienda no superar los 200 mg diarios (~1 café al día).
- Alcohol: se considera teratogénico. No existe una cantidad mínima segura; puede causar el síndrome alcohólico fetal y múltiples defectos congénitos.
Importancia de una dieta equilibrada y ejercicio físico
Una dieta de alta densidad nutricional, rica en alimentos frescos, mínimamente procesados, cereales integrales, legumbres, frutas, verduras y fuentes saludables de proteína, junto a una correcta hidratación, es clave durante la gestación. Además, la práctica regular de ejercicio físico moderado, adaptado a la etapa del embarazo, mejora el control glucémico, la circulación, el estado de ánimo y reduce el riesgo de complicaciones como diabetes gestacional o hipertensión inducida por el embarazo.
Referencias
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