Glúteo natural vs. glúteo intervenido: cómo distinguirlos y por qué importa
El fitness debería estar ligado a salud, constancia y rendimiento físico, pero en redes sociales se ha transformado en un escaparate donde los cuerpos muchas veces se utilizan como reclamo. El glúteo, en particular, se ha convertido en el foco central de miles de publicaciones, independientemente de si el contenido trata sobre entrenamiento, nutrición o estilo de vida.
El problema surge cuando muchas mujeres interpretan que esos resultados son fruto exclusivo del gimnasio, sin saber que detrás puede haber liposucciones, rellenos o implantes. Esto genera comparaciones injustas, frustración y expectativas inalcanzables para quienes entrenan de forma natural.
Glúteo natural entrenado
Un glúteo trabajado con fuerza y constancia se caracteriza por:
- Proporción armónica: si el glúteo crece, también lo hacen cuádriceps, femorales y espalda.
- Transiciones suaves: la unión cintura–flancos–glúteo es progresiva, sin cortes bruscos.
- Forma variable: cambia con el movimiento, la contracción o la postura.
- Textura muscular: pueden observarse fibras o estriaciones cuando hay bajo porcentaje graso.
- Glúteo medio definido pero no esférico: rara vez aparece como una “bola lateral” exagerada.
El crecimiento natural depende de entrenamiento de fuerza, nutrición adecuada y tiempo. Estudios de hipertrofia en mujeres muestran que el desarrollo del glúteo es posible, pero siempre en coherencia con el resto de la musculatura (Schoenfeld, 2016; Grgic et al., 2022).
La genética influye, pero el esfuerzo manda
Es cierto que la genética condiciona la forma y la inserción del glúteo, así como la facilidad o dificultad para que crezca. Algunas mujeres parten con más volumen de base o con una cadera que favorece una mejor estética. Sin embargo, incluso con una genética privilegiada, ningún glúteo se desarrolla de verdad con cargas mínimas ni entrenamientos superficiales.
El crecimiento muscular se basa en el principio de sobrecarga progresiva: aplicar tensiones cada vez mayores, acercarse a los límites de la fatiga y trabajar con técnica, constancia y planificación (Schoenfeld, 2010; Grgic et al., 2018). No hay atajos.
Un glúteo grande, firme y redondo es el resultado de años de esfuerzo en el gimnasio, no de “sentadillas con dos discos” ni de rutinas improvisadas.
Por eso, cuando alguien exhibe un glúteo enorme pero entrena con cargas mínimas y sin progresión, el mensaje que transmite es incoherente. La realidad es que el músculo responde al esfuerzo y al estímulo, y no hay genética que sustituya al trabajo constante bajo carga.
Glúteo intervenido: lipo, rellenos e implantes
Los procedimientos estéticos más frecuentes son la lipotransferencia glútea (Brazilian Butt Lift, BBL), los implantes y los rellenos (ácido hialurónico o biopolímeros). Sus rasgos habituales son:
- Cintura y flancos demasiado limpios por liposucción con grasa a nivel de brazos.
- Contraste exagerado: cintura muy estrecha frente a glúteo voluminoso.
- Forma fija y redondeada, que apenas varía con el movimiento.
- Glúteo medio “en bola” con proyección lateral poco habitual en lo natural.
- Piernas delgadas vs. glúteo grande, sin correlación muscular. Es decir, tener glúteo sin femoral.
- Proyección constante: siempre alto y rígido, independientemente de la postura.
Diversos estudios advierten que el BBL es una de las cirugías con mayor riesgo de complicaciones en cirugía plástica, incluida la embolia grasa (Cansancao et al., 2018). Además, los implantes y rellenos pueden generar fibrosis, rechazo o migraciones con el tiempo (Mofid et al., 2017).
Checklist rápido para diferenciar
Glúteo natural entrenado:
- Proporción cuerpo–piernas–glúteo.
- Transiciones suaves cintura-flancos-glúteo.
- Forma variable con movimiento.
- Textura muscular visible.
- Volumen progresivo y coherente.
Glúteo intervenido:
- Flancos aspirados (corte brusco).
- Contraste cintura estrecha–glúteo grande.
- Forma esférica y rígida.
- “Bola” lateral en glúteo medio.
- Desproporción respecto al resto del cuerpo.
- Proyección constante y poco natural.
El glúteo como reclamo en redes
Más allá de la estética, existe un uso intencionado: el glúteo intervenido se convierte en el foco principal de fotos y vídeos, incluso cuando el mensaje trata sobre otra cosa. Esta estrategia funciona como gancho de atención y herramienta de marketing, pero transmite una idea engañosa: que ese físico es producto de la dieta o el programa que se vende.
El problema es que este tipo de reclamo genera comparaciones irreales. Mujeres que entrenan de forma natural durante años pueden sentir que nunca alcanzarán esos resultados, sin saber que lo que admiran no viene del gimnasio sino del quirófano. Este fenómeno se relaciona con la insatisfacción corporal y la internalización de estándares inalcanzables promovidos por redes sociales (Fardouly & Vartanian, 2016).
La comparación social y el coste psicológico
El impacto no es solo físico, también es mental. Diversos estudios han mostrado que la exposición constante a cuerpos idealizados en redes sociales incrementa la insatisfacción corporal, especialmente en mujeres jóvenes (Fardouly & Vartanian, 2016; Tiggemann & Slater, 2013).
Compararse con glúteos que han sido moldeados por cirugía o química pero se presentan como fruto del entrenamiento provoca frustración, ansiedad y sensación de inadecuación. Muchas mujeres sienten que, por más que se esfuercen, nunca alcanzarán esos resultados, y eso puede traducirse en abandono del entrenamiento o en búsqueda de atajos poco saludables.
El fitness debería inspirar y empoderar, no generar una espiral de comparación y desmotivación alimentada por imágenes irreales.
Los falsos “antes y después”
Otro de los recursos más utilizados en redes es el de las fotos comparativas. El problema es que en muchos casos no reflejan un progreso real de entrenamiento, sino un cambio quirúrgico.
- En el antes puede verse un glúteo sin volumen y un exceso de grasa en flancos o abdomen.
- En el después, aparece un glúteo proyectado, redondeado y unos flancos completamente limpios.
Aunque perder grasa corporal es posible con dieta y entrenamiento, no es realista esperar que cambie de forma tan radical la disposición anatómica de los depósitos grasos en pocas semanas o meses. Ese tipo de resultados solo son explicables con liposucción y transferencia de grasa.
Usar este recurso como estrategia de venta constituye una estafa, porque se promete un cambio imposible de replicar sin cirugía.
No se trata de estar en contra de los retoques
La cirugía estética y los rellenos existen y son una opción válida para quien decide utilizarlos. No se trata de demonizarlos ni de señalar a quienes recurren a ellos. El problema surge cuando esos resultados se presentan como consecuencia exclusiva del entrenamiento o la nutrición que alguien promueve, utilizándose como reclamo de venta de servicios o programas.
Aquí entra en juego la ética profesional:
- Es lícito operarse, pero no lo es vender como natural algo que no lo es.
- Mostrar un cuerpo intervenido como si fuera el resultado directo de una rutina o dieta puede inducir a error, alimentar la frustración de quienes entrenan de forma natural y restar valor a los procesos reales de cambio físico.
- Y todavía más incoherente es cuando ese físico se utiliza como escaparate, pero luego ves a la persona entrenando sentadillas con micro pesos, sin técnica, sin progresión y sin constancia, dejando claro que ese resultado no proviene del gimnasio que promocionan.
El fitness debería educar en hábitos y salud, no en aspirar a físicos creados en quirófano bajo la apariencia de esfuerzo.
Lo que sí funciona: principios de entrenamiento real para glúteo
Más allá de lo estético, el desarrollo natural del glúteo tiene bases claras y probadas científicamente:
- Sobrecarga progresiva: aumentar gradualmente la carga, el volumen o la intensidad del entrenamiento.
- Ejercicios multiarticulares: sentadillas, hip thrust, peso muerto y variantes, que permiten trabajar con cargas altas.
- Ejercicios de aislamiento: abducciones, patadas y movimientos específicos para enfatizar fibras del glúteo medio y menor.
- Volumen de entrenamiento adecuado: al menos 10–20 series semanales efectivas según nivel de la persona (Schoenfeld et al., 2019).
- Proximidad al fallo muscular: entrenar cerca del límite para estimular la hipertrofia.
- Constancia y paciencia: los cambios requieren meses y años, no semanas.
Un glúteo fuerte y voluminoso es fruto de disciplina y método, no de rutinas superficiales ni de cargas simbólicas.
Mi experiencia personal
Soy la primera que lleva más de diez años entrenando con el glúteo como objetivo principal de trabajo. He invertido tiempo, constancia y disciplina para desarrollarlo de forma natural, entendiendo que no es un proceso rápido ni instantáneo. Mi propio contorno es el resultado de años de entrenamiento, nutrición adecuada y progresión planificada, no de intervenciones estéticas.
También he vivido en primera persona cómo la estética puede deteriorarse en etapas de catabolismo o cambios de disposición de grasa, como durante el embarazo y el posparto, donde perdí parte del trabajo conseguido a lo largo de años. Recuperar y recomponer requiere todavía más paciencia, constancia y esmero, y ese es precisamente el valor del entrenamiento natural: aceptar que hay altibajos y que la verdadera transformación se construye día tras día.
Y aun así, nunca he utilizado mi físico como reclamo para vender programas de entrenamiento ni para prometer resultados irreales. El crecimiento del glúteo requiere estrategia, disciplina y coherencia, y ese es el mensaje que debería transmitirse en el entorno fitness: resultados reales, alcanzables y construidos sobre salud.
Referencias
- Cansancao, A. L., Condé-Green, A., Vidigal, R. A., et al. (2018). Brazilian Butt Lift: An Analysis of Safety and Efficacy. Aesthetic Surgery Journal, 38(6), 687–694.
- Fardouly, J., & Vartanian, L. R. (2016). Social media and body image concerns: Current research and future directions. Current Opinion in Psychology, 9, 1–5.
- Grgic, J., Schoenfeld, B. J., Mikulic, P. (2018). Effects of Resistance Training on Muscle Size and Strength in Women: A Meta-analysis. Sports Medicine, 48(5), 1207–1220.
- Grgic, J., Schoenfeld, B. J., Mikulic, P. (2022). Effects of Resistance Training Frequency on Gains in Muscular Strength: A Systematic Review and Meta-Analysis. Sports Medicine, 52(3), 617–630.
- Mofid, M. M., Teitelbaum, S., Suissa, D., Ramirez-Montañana, A., et al. (2017). Report on Mortality from Gluteal Fat Grafting: Recommendations from the ASERF Task Force. Aesthetic Surgery Journal, 37(7), 796–806.
- Schoenfeld, B. J. (2010). The mechanisms of muscle hypertrophy and their application to resistance training. Journal of Strength and Conditioning Research, 24(10), 2857–2872.
- Schoenfeld, B. J. (2016). Science and Development of Muscle Hypertrophy. Human Kinetics.
- Tiggemann, M., & Slater, A. (2013). NetGirls: The Internet, Facebook, and body image concern in adolescent girls. International Journal of Eating Disorders, 46(6), 630–633.
- Schoenfeld, B. J., Ogborn, D., Krieger, J. W. (2019). Dose-response relationship between weekly resistance training volume and increases in muscle mass: A systematic review and meta-analysis. Journal of Sports Sciences, 37(11), 1286–1295.
Este contenido es propiedad intelectual de BodyWellFit. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa.
