Con el envejecimiento, el tejido óseo sufre alteraciones estructurales, metabólicas y hormonales que pueden conducir a osteoporosis, una enfermedad osteometabólica caracterizada por disminución de la densidad mineral ósea (DMO), deterioro de la microarquitectura y mayor riesgo de fracturas por fragilidad. El término proviene del latín osteon (hueso) y porosus (poroso), reflejando su morfología interna deteriorada.
Fisiopatología y diagnóstico
El interior de un hueso sano presenta una estructura trabecular organizada, con espacios pequeños similares a un panal. En la osteoporosis, estos espacios aumentan, lo que compromete la fortaleza estructural del hueso. Se diagnostica mediante densitometría ósea DXA (T-score ≤ −2.5 SD) y puede complementarse con marcadores de recambio óseo como el CTX y P1NP.
La enfermedad es silenciosa hasta que ocurre una fractura. Las localizaciones más frecuentes son vértebras, cadera y muñeca. Afecta a más de 200 millones de personas en el mundo y su prevalencia aumentará por el envejecimiento global, el sedentarismo y los déficits nutricionales (Eastell et al., 2022).
Osteopenia: un estado previo
La osteopenia no se considera enfermedad, pero indica una DMO disminuida (T-score entre −1.0 y −2.5). Aumenta el riesgo de progresar a osteoporosis, especialmente si hay factores de riesgo añadidos como bajo peso corporal o inmovilidad.
Factores de riesgo
- Sexo femenino, especialmente tras la menopausia.
- Edad > 65 años.
- Historia familiar de osteoporosis o fractura por fragilidad.
- Raza caucásica o asiática.
- Dietas pobres en calcio, vitamina D, proteína.
- Sedentarismo o baja actividad osteogénica.
- Bajo peso corporal (IMC < 19).
- Tabaquismo y alcoholismo.
- Enfermedades inflamatorias crónicas (artritis reumatoide, celiaquía).
- Fármacos como glucocorticoides, antiepilépticos, inhibidores de aromatasa.
Remodelado óseo y mecanismos de pérdida
El remodelado óseo depende del equilibrio entre osteoblastos (formadores) y osteoclastos (resortivos). A partir de los 30–40 años, la actividad osteoclástica supera progresivamente a la osteoblástica. En mujeres postmenopáusicas, la pérdida de estrógenos incrementa el recambio óseo y la resorción (Zhou et al., 2021). Además, el estrés oxidativo afecta negativamente a la diferenciación osteoblástica y acelera la pérdida ósea (Manolagas, 2010).
Ejercicio y su efecto osteogénico
El hueso responde al ejercicio mediante mecanotransducción: los osteocitos detectan la carga mecánica y activan cascadas que promueven la formación ósea. La fuerza muscular, el impacto y la velocidad son claves:
- En adultos mayores (>60 años), el ejercicio no recupera masa ósea perdida, pero previene su deterioro (Giangregorio et al., 2022).
- En mujeres postmenopáusicas, programas de fuerza a 70–90% 1RM, 2–3 veces por semana durante ≥12 meses, mejoran DMO en columna y fémur (Watson et al., 2015; Shojaa et al., 2020).
- El ejercicio rápido y con cargas pesadas estimula fibras tipo II, osteogénicas.
- La vibración de cuerpo completo (WBV) a 30 Hz mejora microarquitectura ósea en columna y cadera (Verschueren et al., 2004; Gómez-Cabello et al., 2020).
No todos los ejercicios son osteogénicos: yoga, natación o ciclismo tienen bajo impacto esquelético. Los deportes con impacto (correr, saltar) o con carga progresiva son más eficaces. El entrenamiento de extensores de espalda reduce el riesgo de fracturas vertebrales (Sinaki et al., 2002), y el trabajo de equilibrio y propiocepción disminuye caídas (Howe et al., 2011).
Nutrición y micronutrientes esenciales
Una dieta proósea debe incluir nutrientes clave:
- Calcio: 1.000 mg/día (adultos), 1.200 mg/día (mujeres >50). No se absorben >500 mg por toma.
- Vitamina D: esencial para la absorción del calcio. Se sintetiza con exposición solar y está presente en pescados grasos o alimentos fortificados. Recomendación: ≥800 UI/día.
- Proteína: 1.0–1.2 g/kg/día para preservar masa ósea y muscular (Bonjour et al., 2019).
- Vitamina K: activa osteocalcina. Está en vegetales verdes, queso, yema de huevo. La forma K2 (menaquinona) es más efectiva que la K1.
- Fósforo: forma parte del fosfato cálcico óseo. Presente en lácteos, carne y pescado.
- Magnesio: interviene en la mineralización ósea. Su déficit es común en dietas modernas (Rondanelli et al., 2021).
- Boro: mejora la utilización de calcio y vitamina D. Recomendación: 3–5 mg/día.
- Silicio: interviene en la síntesis de colágeno y osteoblastogénesis. Dosis sugerida: 25–50 mg/día (Jugdaohsingh, 2007).
La deficiencia conjunta de micronutrientes es común y reduce la eficacia del tratamiento farmacológico.
Los lácteos de vacas alimentadas con pasto son ricos en calcio, fósforo, proteínas de alta calidad y vitamina K2. Una alta ingesta de lácteos se ha asociado con menor riesgo de fractura en cohortes prospectivas (Feskanich et al., 2003).
Prevención y mensaje clave
La salud ósea debe ser una prioridad desde la adolescencia. Durante la juventud, se alcanza el pico de masa ósea, y cuanto mayor sea, menor será el riesgo de osteoporosis en etapas posteriores. La mujer, particularmente vulnerable, no debe aceptar esta enfermedad como una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino como una condición prevenible y tratable.
Referencias
- Eastell, R., et al. (2022). Management of osteoporosis in postmenopausal women: 2022 update. Osteoporosis International.
- Watson, S.L., et al. (2015). Heavy resistance training is safe and improves bone density in women with low bone mass: LIFTMOR trial. Journal of Bone and Mineral Research.
- Shojaa, M., et al. (2020). Effects of resistance training on bone mineral density in women: A meta-analysis. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism.
- Manolagas, S.C. (2010). From estrogen-centric to aging and oxidative stress: A revised perspective of the pathogenesis of osteoporosis. Endocrine Reviews.
- Verschueren, S.M.P., et al. (2004). Whole-body vibration training increases bone mineral density in postmenopausal women. Journal of Bone and Mineral Research.
- Giangregorio, L., et al. (2022). Too Fit To Fracture: exercise recommendations for individuals with osteoporosis or osteoporotic vertebral fracture. Osteoporosis International.
- Jugdaohsingh, R. (2007). Silicon and bone health. Journal of Nutrition, Health & Aging.
- Nielsen, F.H. (2008). Is boron nutritionally relevant?. Nutrition Reviews.
- Sinaki, M., et al. (2002). Strong back muscles reduce the incidence of vertebral fractures. Mayo Clinic Proceedings.
- Bonjour, J.P., et al. (2019). Nutritional aspects of osteoporosis prevention. Advances in Nutrition.
- Rondanelli, M., et al. (2021). Magnesium and osteoporosis: current state of knowledge and future research directions. Nutrients.
- Feskanich, D., et al. (2003). Milk, dietary calcium, and bone fractures in women: a 12-year prospective study. American Journal of Public Health.
- Howe, T.E., et al. (2011). Exercise for preventing and treating osteoporosis in postmenopausal women. Cochrane Database of Systematic Reviews.
- Gómez-Cabello, A., et al. (2020). Whole-body vibration training improves bone quality in elderly women: Randomized controlled trial. Archives of Osteoporosis.
- Zhou, B., et al. (2021). Estrogen deficiency-induced bone loss is associated with oxidative stress in bone marrow microenvironment. Aging Cell.
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