El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es el trastorno endocrino-metabólico más común entre mujeres en edad reproductiva, con una prevalencia estimada entre el 6% y el 20%, dependiendo del criterio diagnóstico empleado (NIH, Rotterdam o AE-PCOS Society). Se caracteriza por anovulación crónica, hiperandrogenismo clínico o bioquímico, y morfología poliquística ovárica.
Hasta un 70% de las mujeres con SOP podrían no estar diagnosticadas, según estudios poblacionales, lo que implica una carga clínica y psicosocial significativa no abordada (Teede et al., 2023).
Fisiopatología hormonal del SOP
Los “quistes” ováricos observados en ecografía no son verdaderos quistes, sino folículos antrales detenidos en su desarrollo por disfunción de la ovulación. Esto se traduce en un desequilibrio del eje hipotálamo-hipófiso-ovárico: reducción de FSH, aumento relativo de LH y de andrógenos (testosterona y androstendiona), alteraciones en la secreción pulsátil de GnRH y baja síntesis de SHBG (globulina fijadora de hormonas sexuales), lo que incrementa la fracción de testosterona libre y su actividad biológica.
Los niveles de andrógenos pueden estar 2,5–3 veces por encima de lo normal, afectando el eje hormonal y exacerbando signos como acné, hirsutismo, alopecia androgénica o infertilidad (Fauser et al., 2012). Pequeños aumentos de testosterona en mujeres pueden tener efectos fisiológicos importantes, incluyendo masculinización del patrón de distribución de grasa corporal y del vello, disfunción menstrual (oligomenorrea, amenorrea) y disfunción ovárica.
Hasta un 15–20% de las mujeres con SOP tienen problemas de fertilidad, aunque esta puede revertirse con cambios dietéticos, actividad física y/o tratamiento médico.
Impacto sistémico y sintomatología del SOP
El SOP no se limita al sistema reproductivo. Diversos estudios han evidenciado implicaciones cardiovasculares, hepáticas (esteatosis hepática no alcohólica), endocrinas (resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, hipotiroidismo subclínico), gastrointestinales, psicológicas y dermatológicas. La prevalencia de ansiedad y depresión es significativamente mayor en mujeres con SOP (Lo et al., 2023).
Los síntomas abarcan desde manifestaciones leves hasta cuadros complejos, incluyendo: fatiga crónica, intolerancia al ejercicio, disnea de esfuerzo, edemas periféricos, piel seca, acné, hiperpigmentación (acantosis nigricans), irregularidades menstruales, dislipidemia, hiperinsulinemia, hipertensión, obesidad central y dificultad para perder peso.
Entre el 70% y 80% de las mujeres con SOP presentan algún grado de resistencia a la insulina, un hallazgo clave que condiciona el hiperandrogenismo a través de la estimulación ovárica y suprarrenal de andrógenos. Esta hiperinsulinemia contribuye a la ganancia de grasa visceral y al agravamiento del cuadro metabólico.
Intervención nutricional en el SOP
El pilar fundamental del tratamiento no farmacológico es el abordaje dietético y el ejercicio regular. Numerosas guías y revisiones sistemáticas respaldan que la pérdida de peso moderada (5-10%) mejora los parámetros hormonales, la ovulación espontánea, la sensibilidad a la insulina y los factores de riesgo cardiometabólicos (Moran et al., 2022).
Una dieta de bajo índice glucémico, rica en fibra, proteínas, grasas insaturadas y antioxidantes, y pobre en azúcares simples, alimentos ultraprocesados y grasas trans, ha demostrado eficacia para reducir los niveles de insulina y andrógenos. Las dietas hipocalóricas controladas, con distribución de macronutrientes ajustada a la sintomatología predominante (con o sin hiperandrogenismo), pueden adaptarse según el perfil hormonal:
- SOP con hiperandrogenismo: dieta similar a la fase folicular (mayor proporción de hidratos de carbono complejos y control de grasas al 25% del total calórico).
- SOP sin hiperandrogenismo: dieta tipo fase lútea (mayor aporte lipídico del 35–40% del total energético y menor carga glucémica).
- SOP con anticonceptivos orales: ajustar según el componente dominante del anticonceptivo (progestágeno → dieta tipo fase lútea; estrógeno → tipo fase folicular).
Las dietas bajas en carbohidratos (80–120 g/día) muestran resultados particularmente favorables en mujeres con SOP, obesidad y resistencia a la insulina (Legro et al., 2020). Además, el aumento de proteínas vegetales se ha asociado a una menor incidencia de anovulación.
Suplementación y micronutrientes clave en el SOP
- Omega-3 (EPA/DHA): mejora el perfil lipídico, reduce triglicéridos, inflamación y andrógenos libres.
- Zinc (50–300 mg): favorece la sensibilidad a la insulina, reduce inflamación y mejora el estado de la piel.
- Magnesio + Zinc: combinación eficaz en la reducción de PCR e IL-6.
- Vitamina D: 4000 UI/día mejora la sensibilidad a la insulina; 50.000 UI/semana, combinada con dieta, puede restablecer la función ovulatoria.
- Ácido alfa-lipoico (ALA): sensibilizador insulínico (600 mg/2 veces día) con beneficios sobre el HOMA-IR y dislipidemia.
- N-Acetilcisteína (NAC): hasta 3 g/día mejora la ovulación, niveles de LH y sensibilidad a la insulina.
- Canela (C. cassia o C. zeylanicum): 1,5 g/día ha mostrado beneficios en la regulación de glucemia y ciclos menstruales.
- Coenzima Q10: 100 mg/día mejora parámetros inflamatorios y metabólicos.
- Picolinato de cromo: 200 mcg/día en SOP con disglucemias.
- Melatonina: mejora el perfil hormonal y el sueño, reduce estrés oxidativo y puede mejorar regularidad menstrual.
- Ácido fólico (400–800 mcg): mejora la fertilidad, la sensibilidad a la insulina y el perfil de homocisteína.
- Fitoestrógenos (50 mg/día): beneficios en equilibrio hormonal y metabolismo glucémico.
Conclusiones
El síndrome de ovario poliquístico requiere un enfoque terapéutico integral que contemple la individualización de la dieta, la actividad física regular, la suplementación basada en necesidades específicas y el acompañamiento psicológico. El estilo de vida es la herramienta más poderosa para mitigar los síntomas, restaurar la ovulación y prevenir comorbilidades asociadas como infertilidad, enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y disfunciones hepáticas.
La educación y empoderamiento de la mujer con SOP son fundamentales para fomentar la adherencia al tratamiento, la conciencia del riesgo metabólico a largo plazo y la mejora de su calidad de vida presente y futura.
Referencias
- Fauser BC et al. (2012). Revised 2003 consensus on diagnostic criteria and long-term health risks related to polycystic ovary syndrome. Fertil Steril, 97(1):28-38.
- Teede HJ et al. (2023). International evidence-based guideline for the assessment and management of polycystic ovary syndrome. Hum Reprod, 38(1):5–26.
- Legro RS et al. (2020). Lifestyle modification in women with polycystic ovary syndrome: A systematic review. Obes Rev, 21(6):e13038.
- Moran LJ et al. (2022). The effect of lifestyle interventions on reproductive, metabolic and psychological outcomes in women with PCOS: a systematic review and meta-analysis. Nutrients, 14(2):431.
- Lo JC et al. (2023). Depression, anxiety and quality of life in PCOS: A meta-analysis. Psychoneuroendocrinology, 149:106147.
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